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ÁBALOS - GRABADOS - DICIEMBRE 2007
El Grabado al aguafuerte:
Aguafuerte es una antigua palabra cuyo lógico significado "agua-fuerte", hace referencia al ácido que se emplea para "morder" las planchas de cobre que dan origen a esta técnica casi tan vieja como el Arte. Goya usaba la misma "manera de hacer" que hoy emplean los grandes grabadores contemporáneos.
Una plancha metálica, generalmente de cobre, protegida con un barniz, es utilizada como soporte para el dibujo base que se realiza con un punzón. La plancha metálica, sometida a la acción del ácido (agua-fuerte) resulta "mordida" en las líneas trazadas por el punzón con mayor o menor profundidad según el tiempo al que se someta la plancha al ácido.
Esta plancha es entintada por el Maestro grabador y prensada por el tórculo, en contacto con el papel, para obtener cada una de las estampaciones.
Este proceso, que ha de realizarse con todas y cada una de las estampaciones, confiere al grabado el carácter de obra original e irrepetible. Esta característica resulta aumentada por la peculiaridad del "relieve" de su trazado. Este "relieve" es la consecuencia de la "mordida" del agua-fuerte en la plancha ya que, la tinta penetra en las hendiduras producidas por el agua-fuerte produciendo esta carecterísticas gráfica original y única del grabado al aguafuerte.
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"LOCO POR EL GRABADO" -
RECUERDOS DE 5 AÑOS:
Entre los años 1981 y 1985 realicé 200 planchas de grabado. Una histeria especial se apoderó de mí, impidiéndome cualquier actividad artística que no tuviera que ver con el grabado.
Todo empezó con una sugerencia. Mi amigo, el arquitecto Fernando Higueras, al ver mis dibujos, me llevó al taller del grabador Dimitri Rapageorgiu en Madrid. Algo sentí al entrar que pensé que no quería irme. Creo que fué el olor.
Dimitri me dijo que en Donosti había un magnífico taller de grabado llevado por Ignacio Chillida y Mónica Bergareche.
¡ Pobres Ignacio y Mónica!. ¿Buena les cayó conmigo!.
Lo poco que sé de grabado, me lo enseñó Ignacio con paciencia infinita.
La primera vez que fuí a su taller me recibieron bien porque aún no sabían (ni yo tampoco) el grado de obsesión que llegaría a producirme aquel olor que aquí se repetía. Olor a papel, a tintas, a disolventes, a metal, a tarlatanas....A grabado. Luego nos fuimos haciendo amigos y más amigos. El entusiasmo une siempre.
Así fué como ocurrió: Entré en el taller Hatz y conocí a Ignacio y Mónica. Ignacio me dió unas planchas barnizadas. Me explicó todo lo que hay que saber. Me dijo que sólo se aprende haciendo. Me dió un folleto fotocopiado en francés del arte de la "gravure". Me dejó un punzón y nos despedimos.
Creo quie pensaron, ingenuos, que este tío no volvería. Estaban equivocados.
¡Vaya que si volví!
A partir de ese día empezó mi "locura por el grabado". Compraba cosas extrañísimas que guardaba en rincones aún más extraños para que mis hijos, aún pequeños, no las encontrasen. Compraba y usaba ácido nítrico, percloruro de hierro, planchas de cobre, cubetas, barnices, tarlatanas, bruñidores, disolventes, resinas y.....¡qué sé yo!
Me convertí en la sombra de Ignacio. Me enseñó todo el proceso de estampación, contestó a todas mis preguntas y tuvo la generosidad de enseñarme lo que otros hacían y presentármelos para ver si algo se me contagiaba.
Así conocí y admiré a grandes artistas "compañeros de grabado".
Eduardo Chillida siwempre tuvo ánimos para mí. 'Aurrera' como él decía.
Gonzalo Chillida maestro y amigo como artista y como persona. No conozco
a nadie con tantas aficiones. Creo que le envidio. Andrés Nagel, la sabiduría y el trabajo. Su estímulo me empujó. Rafa Ruiz Balerdi, me enseñó la tranquilidad y la técnica de no tener técnica. Capaz de crear con cualquier cosa. Su mirada era bondad. Jose Luis Zumeta, el hombre del gesto y la soltura, que no se aprenden. Pedro Chillidad, mi amigo Pedro, era un hombre sabio y un gran artista. Su ayuda fué su interés en mis progresos. Edu Chillidad, casi un niño entonces, con un genio en la piel y en el alma, ayudaba con su entusiasmo.
Gracias a todos y gracias sobre todo a Ignacio.
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